Toma su tiempo. Es un tiempo que cuando lo atrapás se espesa. Se hace más denso. A mi alrededor hay muchísimas cosas. Libros, herramientas, la habitación misma. Tomo conciencia de lo que me rodea, los sonidos, la temperatura, los tejidos, la luz, pero todo es experiencia que se detiene cuando encontrás la manera de dar con el ejercicio. Normalmente la noche antes estuve pensando. En imágenes. Viendo cosas, libros que me gustan con patrones e ilustraciones.
Pero cuando tomo el lápiz siento el peso de mi cuerpo, me distraen las arrugas de las manos, recuerdo cuando hice otras cosas con ellas de una motricidad más gruesa, cosas más fáciles. En ese sentido usar el lápiz es algo que de por sí te da algo de miedo, funciona como una prótesis. Pero una vez que empiezo a dibujar el tazo parece ablandar todo lo demás. El resto del cuerpo se adecúa. Mientras estoy trazando no sé muy bien. Pero sí sé del peso sobre el instrumento, hay algo en la gravedad. Me gusta redescubrir qué tan duro es el lápiz cuando roza el papel. La mirada es un poco traidora, quiere ver el final de algo. Cuando el dibujo está listo pienso en como puede ser un patrón, y en las posibilidades de su repetición. Pero en definitiva, lo que me gusta es la potencia heurística del ejercicio, la linealidad misma. La condición material del papel. Me gusta preparar las composiciones de patrones a mano usando las fotocopias, parece que todo adquiere una jerarquía menor y me tranquiliza. Ir cortando y pegando a mano me permite tomar conciencia de las distancias materiales, como cuando hacía el ejercicio de interletrado a mano. Las fotocopias me permiten usar estos marcadores que son hermosos, los compramos en uno de esos días de compulsión con Coti, días en los que solo nos hace felices comprar instrumentos o herramientas artísticas o libros de patterns.
Los trazos de los marcadores agregan algo inesperado. Si lo hubiera hecho en Adobe Ilustrator eso no hubiera aparecido. Das vuelta la hoja y se genera otro patrón de repetición.
Me pregunto como será hacerlo desde el principio en un programa o tableta digital. No me dan ganas, la verdad. Porque me da la sensación que en estas operaciones más corporales se hace posible un tipo de pensamiento-experiencia. Se me ocurre una relación entre esto y algo que leí de Bergson. Para él no habría una distancia muy grande entre percibir y actuar. Como si a través del movimiento (de la mano, del cuerpo que percibe su peso, la mirada atenta) pudiéramos aprehender las materialidades que están en juego, y producir un tipo de pensamiento que se desliza entre movimiento y movimiento. Sin pensar en una inmediatez (cosa que Bergson tampoco admite) algo se espesa en el acontecimiento que involucra la mano, el cuerpo, la cabeza y los artefactos que se tornan dispositivos.